sábado, 23 de diciembre de 2023

Odiosas las gentes

 ¿Qué se le viene a la cabeza a usted, querido lector, si le menciono la palabra «miedo»? ¿Pensará usted en aquello que le asusta superficialmente? 


Todos tenemos miedo a algo, quizá usted tenga miedo a las arañas, a las serpientes o qué sé yo… Mas, no es este del miedo del que yo le hablo. Leí recientemente, no sé dónde, una frase similar a la siguiente: "haga usted decisiones que reflejen sus esperanzas, no sus miedos" - ¡cuánta razón! Para esclarecer un pelín más la definición de este miedo, le pondré un ejemplo con base en mi experiencia. En los últimos años, he tenido miedo, miedo a hacer infinidad de cosas, miedo a compartir lo que escribía, a mostrarme tal y como soy o al típico "qué pensarán". No fue hasta hace poco que comencé a hacer cosas que realmente me gustaban; escribir poesía, materializar mis ideas o inclusive compartir mis grisáceas perspectivas de la vida en sí. 

Siempre hay algo cuyo único propósito sea rezagarnos, mas, algunos tratamos de romantizar las pequeñas migajas de felicidad que residen en nuestro charco de armoniosa monotonía. Les animo a que hagan algo similar, aunque con un tono más jovial.








Schmutz.

martes, 19 de diciembre de 2023

¿A dónde van los patos cuando llega el invierno?

 A escasos días de la llegada del invierno, ¿no se preguntan ustedes a dónde van los patos? Oh, los patos, esos animales tan presentes en nuestra sociedad y a los que pocos le dan voz. Desde el cuento del patito feo hasta la figura del Pato Donald, ¡algún pato deben conocer! Sin venir a cuento, ¿sabían que el plumaje de las crías de pato es amarillo?

Retomando la cuestión, son muchas las posibilidades; pueden migrar, pueden alargar su estancia en los lagos o tal vez una alternativa que a mí me gusta pensar: se esconden, en los recovecos más singulares. 

Probablemente, esté usted, querido lector, familiarizado con la histórica y moderna Barcelona de hoy en día. Pues sabrá usted de la existencia del Parc de la Ciutadella, hermoso, por cierto, lugar en el que los cándidos patos rebosan a más no poder. Con su majestuoso graznido, avivan la pequeña vitalidad que aún reside sobre los que sacuden los suelos barcinonenses. ¡Cua, cua cua! - cual algarabía jovial. Mas, algo similar se suele notar frente al mar.

¿Qué a dónde van los patos en invierno? - mucho me temo que no puedo darle una respuesta con la que mis ojos no se humedezcan o mi voz no se quiebre. Tal vez no hable de patos. Quizá un poema lo explicase mejor, mas, ¿saben?, el declive es notorio hasta en el más minucioso verso.










Schmutz.

sábado, 16 de diciembre de 2023

Sollozante domingo


Querido lector, hoy no le entretendré mucho, pues solo pretendo mostrarle unas líneas que he escrito esta mañana. Si no fuera porque estas líneas hablan del terrateniente, probablemente hablarían de mí.


Hay por ahí un laberinto del que no encuentro salida y siempre recorro. 

Póngase en la piel de un lozano terrateniente que poseía decenas de tierras y al que el ocaso de la vida le había llegado. El tiempo no quiebra sin canto ni piedra, y el terrateniente lo sabía a conciencia. Se había pasado tantas navidades labrando que sus tierras eran su único consuelo. 

Miles de hileras de flores de todos los colores; hermosos crisantemos, jazmines de blanco armiño y lirios anaranjados se mecían al compás del cierzo. Escuchar las flores musitar rezagaba su dulce sueño eterno. Solía ir los domingos de punta en blanco a visitar a su mujer. Le llevaba siempre un ramo de rosas que sostenía con sus ya trémulas manos, luego las dejaba caer suavemente frente a su lápida. Le hacía compañía hasta escuchar el ladrido de los dogos de la noche resonar. Regresaba a su morada y se tendía sobre su camastro, desde donde festejaba entre sollozos la prolongación de su sufrimiento. El tiempo discurría, aunque para él, todavía era domingo.





Con afecto,

Schmutz

jueves, 14 de diciembre de 2023

Versos primogénitos

Últimamente, estimado lector, habrá notado usted cierta tendencia hacia el desamor en mis escritos. Mas, no se preocupe porque hoy trataré de aligerar el tema. Pues, pretendo mostrarle algo que guardo como oro en paño: los primeros versos que escribí con el alma.

No me cabe duda de que todo el mundo habrá escrito por primera vez un poema, sin embargo, ¿es realmente ese su primer poema? A sabiendas de que ese es su primer poema, ¿lo considerarían como tal? En mi caso, la respuesta es un rotundo no, porque el primer poema que se escribe no suele ser con el alma y, a mi juicio, sería como dar gato por liebre.

Un poema escrito con el alma, ¿qué es eso? - se estarán preguntando - es aquel poema cuyos versos despierta el alma, aquel escrito con el corazón. Para mí, ese poema es el que les muestro hoy, el cual escribí pasando la noche en blanco. 

Es curioso cuando uno se enamora del alma, porque es conocedor de que hasta que el corazón deje de latir, el olvido no será una opción. ¿Sabe? A menudo me pregunto a quién le escribieron el primer poema con el alma, porque ese alguien desconocía su fortuna, la de ser el primero en ser amado vívidamente.

Decía Kafka que escribir cartas significaba desnudarse ante los fantasmas que le esperan ávidamente - fíjese en todas las cartas que le escribió a Milena. Escribir poemas con el alma es equiparable a materializar una ínfima parte del amor que uno puede expresar.

Poco más que añadir, simplemente decirle a usted, lector, que el poema se titula Pétalos dispersos y que notará ciertos guiños que le serán familiares. Le invito a leerlo detenidamente.


Pétalos dispersos


Entre orquídeas y claveles, 

hay una flor que me estremece.

Entre nenúfares azules,

en mi corazón florece.


Amparada entre mis pieles,

rosa hermosa, rosa mía, 

como pintor con sus pinceles,

haz de tus pétalos mi alegría.


Déjame olerte, acariciarte

y entre susurros besarte.

Convertir tus espinas en caricias

y hacer de ellas delicias.


Si al espacio eres lanzada, 

como flecha acelerada,

no habrá ardiente meteorito, 

que me impida ser tu Principito.


Rosa hermosa, rosa mía,

déjame hacerte lo que

la primavera hace con los cerezos

déjame brotar todos mis besos.




Con afecto,

Schmutz.

martes, 12 de diciembre de 2023

El chico de las amarillentas prosas

Aún recuerdo, aunque no deba, el primer día que nos vimos. Un cálido, mas, arriesgado beso frente al mar. De película, si me preguntan. Recuerdo también la forma en la que entrecruzábamos miradas candorosas y su casi imperceptible emoción delatada por sus hermosos luceros. Luceros dónde vivía el álamo. 

Aquel día, me llevó a sus lugares favoritos; la librería en la que solía comprar, el mirador con vistas al mar o las numerosas callejuelas que frecuentaba. Al caer la noche, paseamos por una iluminada Barcelona - aunque yo no miraba las luces.

No debo omitir tampoco nuestras peculiares charlas. Eran variopintas, hablábamos de arte, poesía, filosofía… — hágase a la idea, éramos dos apasionados por el arte. Disfrutaba escribiéndole poemas, creo que nunca antes había escrito tantos en tan corto plazo.

Aunque lo que más apreciaba era leer sus prosas. Llegó a dedicarme una. No puedo expresar lo que sentí tras leerla - imagínese que Bécquer le dedicara un poema, es lo más semejante. Le admiraba, le admiraba mucho. No era un amor carnal, mas, uno entre dos almas. Desafortunadamente, no todas las almas están destinadas a estar juntas.

Déjenme mencionarles que un buen poeta con el que he tenido la suerte de hablar, me comentó que la escritura cura el alma. ¿Que por qué escribo esto, entonces? - Tal vez, y solo tal vez, sea la manera de redimirme.

Creo que ya he «curado mi alma» suficiente por hoy. A usted, lector, le dejo bajo estas líneas un poema que le escribí, uno que le entregué en mano.


  III

Podrá el sol ponerte lumbre,

cual bombilla sin cesar,

podrán tu luz tapar las nubes,

mas, será tu hermosa lucidez,

la que yo pueda hallar.


Son las estrellas 

las que la envidian,

son ellas,

las que merman ante ti,

pues, querido, tu fulgor no va a perecer.



Con afecto,

Schmutz

lunes, 11 de diciembre de 2023

Píldora camusiense

Queridos lectores, el día de hoy, no vengo a compartirles versos como suelo hacer, sino más bien una breve reflexión acerca de una de mis más habituales ocurrencias. Se trata de la actitud que uno tiene ante la vida - disculpen si muestro mi faceta más filosófica, pero es menester hacerlo.

Esta «actitud» que tiene el individuo hacia la vida es equiparable a la que tiene hacia su propia existencia. Quiero hacerles comprender lo anterior mediante una frase que leí en algún que otro escrito camusiense: “el hombre no escoge vivir en este mundo, él es inocente de tener esta vida”. ¿Qué nos quería decir Camus con dicha reflexión? A mi parecer, no tiene otro significado que el de adoptar una actitud propia, la de cada uno, hacia la vida, todas válidas.

Déjenme profundizar un poco más. Hace unas semanas que leí El extranjero, obra del filósofo francés Albert Camus, que provocó un vacío inefable en mí, una sensación contraria al sosiego. Grosso modo, esta obra nos narra la vida de Mersault, un hombre peculiar como el que más, que tras la muerte de su madre es condenado a pena de muerte por ciertos actos que perpetró. 

Perdónenme si les anticipo el final de una lectura como esta, pero para el tema que abarco hoy es ineludible. En las últimas páginas, Mersault mantiene una conversación forzosa con un cura momentos antes de su ejecución. En esta, surgen frases tan descollantes como las que voy a enumerar:

1. “Ni siquiera tenía la certeza de estar vivo porque vivía como un muerto” - imagínense el dolor de Mersault.

2. “Qué me importaba la muerte de otros, el amor de una madre, el mismo Dios… puesto que un solo destino nos es puesto a todos por igual” - se muestra nihilista.

3. A la pregunta “¿cómo te imaginas en otra vida?” - Mersault responde: “una vida en la que pueda acordarme de esta”.

Lo dicho hasta aquí nos hace suponer que Mersault es un vil hombre consumido por su alexitimia (su imposibilidad de sentir). Pero no muy lejos de ser así, también nos muestra su lado más humano, haciendo referencia a su peculiar romance con Marie - quien inicialmente le era indiferente. Véanlo ustedes mismos:

4. “Durante meses busqué un rostro en las paredes que me contenían, ese rostro tenía el color del Sol y el fuego del deseo” - Mersault mostró su amor por ella en sus postreras semanas de vida.

Como ya se habrán podido percatar, se podría decir que El extranjero es una crítica a la frialdad, a una vida sin motivaciones, a una sociedad que carece de estímulos. A dónde quiero llegar con esto es a advertirles de que no dejen que el ocaso de la vida les llegue. Todo individuo tiene sus inquietudes y problemas, pero no es algo que nos debe frenar. Sean tan libres como quieran, amen tanto como puedan y no dejen que el tiempo se discurra en vano.



Con afecto,

Schmutz

domingo, 10 de diciembre de 2023

Un poeta sin musa

Si bien se habla poco de artistas, imagínense de artistas frustrados. Aunque tengo la certeza de que a todos nos viene a la cabeza algún que otro personaje que cumplía el perfil anterior, sigue siendo algo que no se acostumbra a hablar.

No es mi intención dar un sermón sin ton ni son acerca de dicho tema, sino establecer paralelismos entre el artista frustrado y el poeta sin musa. ¿Por qué? - se preguntarán ustedes, porque he aquí un servidor, que recientemente se ha quedado sin su musa. Debo reconocer que aunque sea una sensación agridulce, estoy convencido de que podría seguir escribiendo cuantiosos versos sobre ella. 

Es más, algunos de los versos que les vengo a compartir hoy han sido, en parte, fruto de un desesperado alivio tras un repentino desamor.

Permítase leer los versos que acompañan a estas líneas, mas a priori, le ruego lea una breve explicación del porqué de mi afán por los rasgos de la que fuera mi musa. 

Cabe aclarar, que ella no se ha desvanecido de este mundo, mas sí del mío. Le encantaban las flores amarillas, los girasoles, los crisantemos..., cualquiera cuyo color fuera el del mismo Sol. Es por ello que quizá, querido lector, notará usted cierto aprecio hacia dichas flores en los siguientes versos. 

Retomando las ideas cruzadas, Sol-color amarillo, me acostumbré a compararle con la lucidez, sí, con la luz que ostenta este, nuestro mundo. Imagínese usted, el tósigo que me es pasar las horas a la intemperie mientras está ahí arriba, la lucidez.

Como ya le comenté anteriormente mis intenciones, ya dejo de darle la chapa. Cuídese mucho, estimado lector, nunca se sabe cuando a uno se le puede romper la tregua melancólica con el tiempo.

Crisantemo amarillo

Claveles, girasoles y azucenas,

gotas de rocío por tus venas.

Recelosas, las flores,

me miran, ellas, con recelo

por ti, flor en desvelo



V

El sol se pone

y el ocaso oscurece,

tras risueña claraboya, 

la luz ya no crece.



Con afecto,

Schmutz

sábado, 9 de diciembre de 2023

Dando a luz a unos versos

Dando a luz a unos versos, ¿eh? ¿Quién lo diría? Si bien me son soporíferos, los comienzos, espero que este no sea el caso para ti, querido lector. 

Simplemente, quiero darte la bienvenida al portal desde el cual un servidor, moi, tratará de materializar humildemente sus pensamientos a través de versos. Sí, me has pillado, ya debes haberte hecho a la idea de que soy un «poeta de esos», de los que cuya devoción por las letras les consume y cuyo remedio es la escritura. Pues he de admitir que no vas mal encaminado, mas, yo me describiría como pintor cuyos pinceles aún no han tocado lienzo.

Creo que ya he dicho mucho con muy poco. A ti, lector, te dejo bajo estas líneas un par de estrofas de lo que a mí me gusta llamar versos dispersos


Lector, a decir verdad, también odio las despedidas, no tengo remedio, pero sí tengo la certeza de que nos volveremos a ver.


A la señora Pineda

A la señora Pineda,

propietaria de unos mortecinos peldaños

de la calle Espronceda.

Dichosa, lozana y risueña,


sobre estos, ella se posa

y ciñe su mirada soñolienta

sobre quien desvela las sacudidas losas. 

Ellos, también rendidos.



En la lontananza, la alegría

Cual pájaro roncero,

sosegada vida llevo.

Aguardo al postrer canto

que de lumbre a este, un servidor.


Con afecto, 

Schmutz