Dando a luz a unos versos, ¿eh? ¿Quién lo diría? Si bien me son soporíferos, los comienzos, espero que este no sea el caso para ti, querido lector.
Simplemente, quiero darte la bienvenida al portal desde el cual un servidor, moi, tratará de materializar humildemente sus pensamientos a través de versos. Sí, me has pillado, ya debes haberte hecho a la idea de que soy un «poeta de esos», de los que cuya devoción por las letras les consume y cuyo remedio es la escritura. Pues he de admitir que no vas mal encaminado, mas, yo me describiría como pintor cuyos pinceles aún no han tocado lienzo.
Creo que ya he dicho mucho con muy poco. A ti, lector, te dejo bajo estas líneas un par de estrofas de lo que a mí me gusta llamar versos dispersos.
Lector, a decir verdad, también odio las despedidas, no tengo remedio, pero sí tengo la certeza de que nos volveremos a ver.
A la señora Pineda
A la señora Pineda,
propietaria de unos mortecinos peldaños
de la calle Espronceda.
Dichosa, lozana y risueña,
sobre estos, ella se posa
y ciñe su mirada soñolienta
sobre quien desvela las sacudidas losas.
Ellos, también rendidos.
En la lontananza, la alegría
Cual pájaro roncero,
sosegada vida llevo.
Aguardo al postrer canto
que de lumbre a este, un servidor.
Con afecto,
Schmutz
No hay comentarios:
Publicar un comentario