jueves, 14 de diciembre de 2023

Versos primogénitos

Últimamente, estimado lector, habrá notado usted cierta tendencia hacia el desamor en mis escritos. Mas, no se preocupe porque hoy trataré de aligerar el tema. Pues, pretendo mostrarle algo que guardo como oro en paño: los primeros versos que escribí con el alma.

No me cabe duda de que todo el mundo habrá escrito por primera vez un poema, sin embargo, ¿es realmente ese su primer poema? A sabiendas de que ese es su primer poema, ¿lo considerarían como tal? En mi caso, la respuesta es un rotundo no, porque el primer poema que se escribe no suele ser con el alma y, a mi juicio, sería como dar gato por liebre.

Un poema escrito con el alma, ¿qué es eso? - se estarán preguntando - es aquel poema cuyos versos despierta el alma, aquel escrito con el corazón. Para mí, ese poema es el que les muestro hoy, el cual escribí pasando la noche en blanco. 

Es curioso cuando uno se enamora del alma, porque es conocedor de que hasta que el corazón deje de latir, el olvido no será una opción. ¿Sabe? A menudo me pregunto a quién le escribieron el primer poema con el alma, porque ese alguien desconocía su fortuna, la de ser el primero en ser amado vívidamente.

Decía Kafka que escribir cartas significaba desnudarse ante los fantasmas que le esperan ávidamente - fíjese en todas las cartas que le escribió a Milena. Escribir poemas con el alma es equiparable a materializar una ínfima parte del amor que uno puede expresar.

Poco más que añadir, simplemente decirle a usted, lector, que el poema se titula Pétalos dispersos y que notará ciertos guiños que le serán familiares. Le invito a leerlo detenidamente.


Pétalos dispersos


Entre orquídeas y claveles, 

hay una flor que me estremece.

Entre nenúfares azules,

en mi corazón florece.


Amparada entre mis pieles,

rosa hermosa, rosa mía, 

como pintor con sus pinceles,

haz de tus pétalos mi alegría.


Déjame olerte, acariciarte

y entre susurros besarte.

Convertir tus espinas en caricias

y hacer de ellas delicias.


Si al espacio eres lanzada, 

como flecha acelerada,

no habrá ardiente meteorito, 

que me impida ser tu Principito.


Rosa hermosa, rosa mía,

déjame hacerte lo que

la primavera hace con los cerezos

déjame brotar todos mis besos.




Con afecto,

Schmutz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario