Si bien se habla poco de artistas, imagínense de artistas frustrados. Aunque tengo la certeza de que a todos nos viene a la cabeza algún que otro personaje que cumplía el perfil anterior, sigue siendo algo que no se acostumbra a hablar.
No es mi intención dar un sermón sin ton ni son acerca de dicho tema, sino establecer paralelismos entre el artista frustrado y el poeta sin musa. ¿Por qué? - se preguntarán ustedes, porque he aquí un servidor, que recientemente se ha quedado sin su musa. Debo reconocer que aunque sea una sensación agridulce, estoy convencido de que podría seguir escribiendo cuantiosos versos sobre ella.
Es más, algunos de los versos que les vengo a compartir hoy han sido, en parte, fruto de un desesperado alivio tras un repentino desamor.
Permítase leer los versos que acompañan a estas líneas, mas a priori, le ruego lea una breve explicación del porqué de mi afán por los rasgos de la que fuera mi musa.
Cabe aclarar, que ella no se ha desvanecido de este mundo, mas sí del mío. Le encantaban las flores amarillas, los girasoles, los crisantemos..., cualquiera cuyo color fuera el del mismo Sol. Es por ello que quizá, querido lector, notará usted cierto aprecio hacia dichas flores en los siguientes versos.
Retomando las ideas cruzadas, Sol-color amarillo, me acostumbré a compararle con la lucidez, sí, con la luz que ostenta este, nuestro mundo. Imagínese usted, el tósigo que me es pasar las horas a la intemperie mientras está ahí arriba, la lucidez.
Como ya le comenté anteriormente mis intenciones, ya dejo de darle la chapa. Cuídese mucho, estimado lector, nunca se sabe cuando a uno se le puede romper la tregua melancólica con el tiempo.
Crisantemo amarillo
Claveles, girasoles y azucenas,
gotas de rocío por tus venas.
Recelosas, las flores,
me miran, ellas, con recelo
por ti, flor en desvelo
V
El sol se pone
y el ocaso oscurece,
tras risueña claraboya,
la luz ya no crece.
Con afecto,
Schmutz
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